“Porque necesitamos el feminismo para cambiar el mundo, a todas las mujeres, todos los derechos y todos los días”.
La ley de Salud Sexual y Reproductiva e IVE del año 2010 supuso un cambio cualitativo en los Derechos Sexuales y Reproductivos: hoy más del 90% de las mujeres acceden a la IVE libremente y antes de la semana 14. La seguridad jurídica que aporta la ley y los avances en la práctica sanitaria de aborto hacen que la IVE en España sea una práctica segura. La tasa de morbimortalidad es cercana a cero.
Además, esta ley ha permitido que, durante la pandemia, la IVE se declarase prestación esencial y se pudiera garantizar el acceso de las mujeres a los centros sanitarios especializados en aborto provocado y mantener los parámetros de calidad. La mujer ha podido elegir no solo interrumpir su embarazo, sino la técnica más acorde a sus circunstancias médicas y personales.
Sin embargo, aunque la ley de 2010 es una buena Ley, durante estos 10 años apenas se ha desarrollado, y siguen existiendo retos como el de la formación de los profesionales, ya que, pese a que la ley exige dicha formación, hoy el aborto provocado sigue sin ser materia curricular en las carreras de Medicina o Enfermería y no forma parte de la especialidad de Ginecología y Obstetricia.
Como consecuencia de lo anterior, hoy asistimos a una propuesta del Ministerio de Sanidad de estandarizar e imponer un método de aborto, el farmacológico sobre el método instrumental. Aspira de esta manera a incluir el aborto en la sanidad pública, objetivo que sería meritorio si no fuera porque se realiza a costa de la calidad y el respeto a la decisión de la mujer.
“Para interrumpir el embarazo existen dos métodos seguros en las primeras semanas de embarazo, de una parte, el método farmacológico y de otra el instrumental”.
Para las profesionales que integran Ginealmeria no existe un método mejor que el otro, ni más seguro, cuando ambos cuentan con la supervisión e intervención médica.
Opinamos que la mujer no solo debe decidir si interrumpe o no su gestación, sino también con qué método hacerlo. Nadie debería decidir por ella. Esta reflexión que comulga con el deseo de empoderar a la mujer y que viene avalada por las recomendaciones de la OMS, no está siendo respetada. La expansión del aborto farmacológico puede acabar privando a las mujeres de un método eficaz y seguro como es la técnica instrumental, imponiéndoles como única opción: el aborto con medicamentos.
Ningún objetivo puede justificar el limitar la libertad en la elección de los tratamientos médicos. Esto supone un retroceso en derechos y de reducción de la autonomía de las personas, que sufrirían una vez más las mujeres.
Desde nuestro compromiso con el feminismo seguiremos luchando por la libertad, la igualdad y la ampliación de los derechos sexuales y reproductivos.