Se calcula que unas 30.000 mujeres se enfrentan anualmente a la maternidad en soledad, haciendo frente a la etiqueta de malas musulmanas, de malas hijas o putas. Estas mujeres son señaladas socialmente y repudiadas de sus entornos familiares. Muchas de ellas son víctimas de la pobreza o la violencia de género.